Open Urban Lab • Propuestas de mejora de Zaragoza

Tres modelos de construcción de la Smart City

Por Daniel Sarasa (@dsarasa).

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Ofrecemos al lector interesado en la construcción de las ciudades inteligentes dos versiones de un mismo post, para que elija la que mejor se ajuste a su experiencia, sus deseos, o su intuición:

Versión 1. «Tres modelos de Smart City».

A la hora de construir la ciudad inteligente del futuro, tres son los modelos que diferentes ciudades del planeta están adoptando: «de arriba a abajo»(top-down), «de abajo a arriba» (bottom-up) o el «modelo participativo».

Hay ciudades inteligentes que se construyen fundamentalmente, desde arriba, con una perspectiva de «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», en el mejor de los casos. En estos casos, grandes empresas e instituciones se alían para decidir qué proyectos desarrollar; proyectos que venden como grandes pasos hacia la «smart city». Podríamos decir que, cuando menos, en tales ciudades la participación es mejorable. Es el modelo que gran parte de la industria desea, el modelo de la eficiencia.

En otros lugares, institucionalmente (y económicamente) debilitados, los proyectos verdaderamente interesantes se construyen desde muy abajo, en paralelo o directamente en contra de las propias instituciones que gobiernan la ciudad. Suele suceder que, en estos casos, la participación cívica prácticamente no existe, y la creatividad de la ciudadanía desborda los diques autoritarios de los gobiernos. Se trata de un modelo que fascina y seduce. Por ello, hornadas de jóvenes arquitectos y activistas cívicos trabajan por él a lo largo y ancho del planeta.

Un tercer modelo se abre paso, especialmente en las sociedades de más tradición democrática, y es el de la adopción de dinámicas participativas y cooperativas, en el que los tres agentes que tienen capacidad para construir la ciudad: instituciones, empresas y ciudadanía, cooperan, llegan a acuerdos y conjugan los legítimos intereses de cada cual. Este modelo, que conjuga utopía y realidad, satisface y frustra a partes iguales. Su principal ventaja es la sostenibilidad, su principal inconveniente, la dificultad de llevarlo a la práctica con el resultado de que las satisfacciones superen a las frustraciones.

Este post quizá le haya gustado. Sin embargo, para ser honestos, creemos adecuado escribir una versión 2.

Versión 2. «¿Tres Smart Cities en una?».

Los tres modelos anteriores de «smart city» son ciertos. Sin embargo, no tienen lugar en ciudades distintas, sino que, en mayor o menor medida, los tres conviven en una misma ciudad.

Salga a pasear u hojee su periódico local y analice qué proyectos de smart city caen en una u otra categoría. Es muy probable que no haya sido usted consultado para la instalación de las cámaras que vea por la calle, pero quizás a través de su asociación de vecinos ha participado en algún acto sobre la reorganización del transporte urbano. O tal vez haya solicitado a su administración la liberación de algún conjunto de datos, o sea de los hackers que desarrollan apps para su ciudad o de los activistas tekkies que organizan y producen eventos tecnológicos. Tal vez dialoga con su administración a través de las redes sociales o participa en proyectos de autogestión de edificios, solares o plataformas on-line. Es probable, también, que comparta con muchos de los ciudadanos que se cruce por la calle el rechazo a algún (gran) desarrollo urbanístico de su ciudad, a la vez que admira (y quizás disfruta) de los resultados de algún (modesto) proyecto de rehabilitación urbana.

La experiencia nos dice que nada es blanco ni es negro. Que las ciudades, como los individuos, tienen multitud de contradicciones y que su construcción es el resultado de la interaccción de múltiples y complejas fuerzas contrapuestas. De ahí que apostemos por desarrollar proyectos que se ajusten al tercero de nuestros modelos, al que llamaremos «JacobSennettiano» (por Jane Jacobs y Richard Sennett).

Trabajar en esa línea nos parece la manera más honesta de impulsar proyectos que respondan a los intereses de la ciudadanía, que sean al mismo tiempo sostenibles y, sobre todo, viables. Que no busquen la satisfacción inmediata de las legítimas aspiraciones cívicas para luego caer en la frustración del urbanismo de salón. Contar con «city makers» dispuestos a participar en este complejo y rico proceso nos parece esencial y, para ello, no escatimaremos en pedagogía para dar con la narrativa adecuada.

Por eso creíamos, querido lector y «city maker», que usted se merecía una versión 2.

P.D. Añadimos el enlace a un artículo reciente de Carlo Ratti que aborda la cuestión de los diferentes modelos de construcción de la smart city desde una óptica complementaria y referenciada a la naciente relación entre África y la industria TIC.

Daniel Sarasa es director de proyecto del Distrito de Innovación Urban Milla Lab en Zaragoza.

Este artículo se publicó originalmente en el blog Open Your City

openurbanlab

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